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1950: UNA DÉCADA PUJANTE PARA LA PLÁSTICA DEL INTERIOR

Lincoln Presno 1955
Lincoln Presno 1955

Importante Muestra se está exhibiendo durante el mes de Junio, en el Museo de San José que invitamos a recorrer.

1950: UNA DÉCADA PUJANTE PARA LA PLÁSTICA DEL INTERIOR

Las obras expuestas durante el presente mes, pertenecientes al  valioso acervo con que cuenta este Museo, se circunscriben a la singular década del 50, tributaria de los cambios significativos que se venían dando en el ambiente  artístico de los años 40, de los cuales es tributario también por cierto el ambicioso proyecto y posterior creación de este Museo.

Se trata de 23 obras, la mayoría de ellas premiadas en Salones Nacionales, en los florecientes Salones del Interior, o realizadas en esa década por reconocidos artistas uruguayos tales como: Horacio Torres, José Gurvich, Manuel Lima entre otros y que hoy forman parte del acervo, así como  prestigiosas obras  donadas a la institución de y en ese período, como es el caso del aporte al acervo realizado por Esther de Cáceres en memoria de su esposo, el Dr Alfredo Cáceres.

Las obras premiadas en Salones del interior, o Salones de otoño como comienzan a denominarse a partir de 1956 y que posteriormente quedarán como Salón de San José, dan cuenta de la importancia que estos eventos comenzaban a adquirir como estímulo y promoción de valores jóvenes emergentes  más allá del circuito capitalino.

Entre 1948 y 1955 se realizaron anualmente Salones del interior, los dos primeros en San José, el tercero en Minas, el cuarto en Fray Bentos que se trasladó luego a Salto, el quinto en Trinidad y los restantes en Paysandú. Algunos de ellos se exhibieron posteriormente en Montevideo.

La Comisión Departamental de Artes Plásticas de San José, presidida por Dumas Oroño obtuvo múltiples colaboraciones para la realización del Primer Salón del Interior, comenzando por el Municipio de San José, el Ministerio de Instrucción Pública así como también contó con el apoyo de otras intendencias. Para ello se señalaba la importancia de esta iniciativa, para aquellos artistas que no podían competir en el Salón Nacional, única fuente de valoración del trabajo pictórico reconocida hasta ese entonces. Se destacaba también, como estímulo para los  tres talleres que funcionaban en aquel entonces en el interior: El de Edgardo  Ribeiro en Minas, el de Dumas Otoño en San José y el de Cziffery en Salto.

Otros eventos suscitaron estos Salones de no menor importancia cultural para el interior del país. Es así como en el Segundo Salón realizado en San José, se llevó a cabo un primer Congreso con la presencia de artistas de nueve departamentos, formándose entonces la Asociación de Artistas Plásticos del Interior. Ésta planteó reivindicaciones  de alcance nacional como la necesidad de integrar delegados de los artistas plásticos del interior para planificar y desarrollar difusión de la cultura artística en todo el país. En el segundo Congreso realizado en 1950 en el Liceo Departamental de Minas, se dio a conocer un “Plan de recuperación y estímulo de las Bellas Artes en el interior del país, en el que se destacaba la necesidad de crear talleres de pintura, dibujo, cerámica, que incorporasen  la enseñanza especializada de la técnica del grabado. Recordemos que en agosto de 1953  se propicia la fundación del Club de Grabado en Montevideo, el cual tenía dentro de sus propósitos, la posibilidad de producir obras en serie a efectos de “masificar” la experiencia estética, democratizando el consumo artístico mediante la técnica de la impresión. Creación asimismo de Museos Departamentales que deberían formarse con envíos de la Comisión Nacional de Bellas Artes, con adquisiciones del Salón del Interior, con envíos a través del Ministerio de Instrucción Pública y colaboración de la Biblioteca Nacional de acuerdo a la Ley de Museos, para la formación de una Biblioteca de Arte. Y como punto no menos importante, la realización del Salón Anual para los Artistas del Interior, como elemento de estímulo a la creación realizada en los talleres.

Sólo tres o cuatro nombres de artistas del interior eran hasta ese entonces valorados por la crítica especializada; gracias a los tres talleres mencionados, decenas de nombres allí formados, comenzaron a serlo.

El primer Premio en pintura correspondió, en el Primer Salón realizado en San José al joven salteño Aldo Peralta, que con sus tempraneros quince años recibió  aún de pantalón corto, su distinción.

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